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  • Los niños reciclan, los políticos no tanto

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    Fuente:La Gaceta de Tucumán Al revés de la teoría de las ventanas rotas -que en Estados Unidos proponía hace tres décadas multar las pequeñas infracciones para que después no se convirtiesen en delitos- el sábado pasado los grupos ecologistas, los comerciantes y hasta los policías de El Mollar propusieron limpiar el lago La Angostura para dar el ejemplo. “Si alguien mira que estás limpiando, otra persona no va a tirar basura”, fue la consigna. Esa misma consigna llena de ilusiones y buena voluntad se aplicó hace 10 días en El Cadillal, cuando la superficie fue limpiada por voluntarios en canoas. Voluntarios que luchan contra el descreimiento general. “Es solo una ilusión que al verlos limpiar se va a dejar de arrojar basura; el tucumano dice: ‘la tiro porque vendrá otro y la limpiará’ ”, sentenció una comentarista. Pero esa jornada, hecha en homenaje a la Pachamama, fue seguida por otra más importante, que fue la fiesta de Amaicha, al día siguiente, en la que la celebración de la Madre Tierra llegó con el lanzamiento de un programa de reciclaje de residuos en la comuna vallista. Programa curioso porque una localidad pequeña y carente de muchos servicios se anima a la aventura de enviar sus residuos secos a un municipio distante 190 km como Tafí Viejo, donde hay una planta para reciclarlos. ¿Funcionará la aventura? Todo indica que es posible, porque en Tafí Viejo va creciendo el sistema desde hace dos años y medio. Ya no sólo están reciclando plásticos, cartones y vidrios sino que hicieron dos puntos verdes donde antes había basurales y ya hay familias que están separando basura orgánica de basura seca y el camión de residuos los busca en días diferentes..

    Pros y contras

    No se trata de que tengan esperanza los amaicheños o los taficeños, sino que esto invita a la reflexión: ¿se puede? ¿Cuáles son los pros y los contras de intentar reciclar los residuos? Los pros son muchos: saber qué hacer con todo desecho, no sólo comida, plástico, papeles, metales o vidrios, sino pilas, cubiertas de autos, escombros, computadoras en desuso y otros residuos electrónicos, que se amontonan en las casas, en los basurales clandestinos y, por cierto, en el gigantesco vaciadero oficial de Overa Pozo, en Burruyacu, a donde va la basura de ocho municipalidades y 12 comunas. ¿Por qué se tira tanto? La respuesta más común es la que, con mucha inocencia, dio el secretario de Amaicha, Federico Segura: “El mayor obstáculo que tenemos en contra es que aún no hay una conciencia colectiva del reciclado”. Sin embargo, los contras son muchos, y el principal es la falta de infraestructura. Los vecinos de El Corte (Yerba Buena) separan residuos orgánicos pero no consiguen tener una buena recolección porque los camiones no entran por las calles pequeñas. Sí tienen facilidad los habitantes de los countries, a los que la Municipalidad de Yerba Buena les puso tachos de colores en las entradas de los barrios. Pero esa basura separada después va a terminar mezclada de nuevo en Overa Pozo; con algunas excepciones, porque algunos barrios y supermercados están llevando su material a los puntos verdes de Tafí Viejo. La falta de infraestructura para la separación de residuos es lo que explica el viejo hábito ciudadano de entregar los residuos a carreros que los depositan en los 500 basurales clandestinos que hay en el Gran Tucumán, según relevó en abril pasado la Facultad de Arquitectura. Treinta y tres de ellos son enormes, ubicados en los accesos a la capital y la avenida de Circunvalación. Eso explica la conducta considerada suicida de ensuciar el propio jardín, que destacaron hace años León Gieco y la modelo Lara Bernasconi, así como cualquiera que llega a Tucumán y ve basura por doquier. ¿Y qué dicen los funcionarios? “Que es una cuestión cultural” y explican que todas sus tareas -limpiar basurales, poner contenedores plásticos- terminan en contenedores rodeados por basura y con ciudadanos -infractores o inocentes, como sea- que siguen sin saber qué hacer con sus residuos. Como se puede ver en Yerba Buena.

    Otros usos

    El caso Tafí Viejo está abriendo una brecha en el muro de indiferencia del Tucumán infestado de basurales. ¿Por qué los otros intendentes no se ponen de cabeza a reciclar? En los años del kirchnerismo se entregaron por el Programa de Gestión de Residuos Urbanos (Pgrisu) varias plantas para tratamiento. De eso sólo se supo cuando el (fallecido) juez Claudio Bonadio procesó a 92 intendentes del país, entre ellos dos tucumanos (de Lules y de Famaillá) por presunta malversación de fondos. Hubo explicaciones y las causas siguen su curso pero lo cierto es que las plantas terminaron con otro destino. En Famaillá, cuando fue LA GACETA hace un año, encontró una cinta sin motor usada para apoyar imágenes religiosas. Un altar. ¿Se sabía para qué se iba a usar la planta? Cuenta Javier Noguera, intendente de Tafí Viejo, que cuando ellos fueron a Santa Fe a comprar esta planta, hace tres años, les dijeron que hacía años habían entregado una similar a Tafí del Valle. Es la que el ex intendente tafinisto Jorge Yapura Astorga estuvo cinco años montando y que el actual, Francisco Caliva, no inaugura en el valle. Probablemente hay intereses en mantener el actual sistema caro e inoperante de gestión de residuos que combina enterrar por día en Overa Pozo 1.000 toneladas de basura mientras pululan los basurales clandestinos, porque reciclar es más eficiente y genera conciencia ambiental. Y la gente se entusiasma, según cuenta Segura, de Amaicha. Noguera opina que quizá el problema es que los políticos “tenemos siempre muchos frentes abiertos de todo tipo, y el día a día no te deja hacer cosas importantes”. Dicen que tanto en Amaicha como en Tafí Viejo fueron fundamentales los niños para convencer a sus padres de cambiar. Haría falta que los niños convenzan a los políticos, porque son ellos los que tienen el problema cultural, mucho más que la gente común.

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